Este verano me ha sentado bien, me he dado cuenta de que se
puede vivir sin prisas y ser eficaz, me refiero a hacer lo que quiero hacer cuando
necesito hacerlo. Fui a
comprar una artesanía para hacer un regalo a un familiar y lo que yo buscaba no
lo tenía, y al día siguiente regresaba para Madrid, y al artesano me dijo,
“ahora me voy a tomar unos vinos y después veo si te puedo hacer el encargo”,
mi cabeza (con mis prejuicios) me dijo: “no te lo va a hacer, olvídate”. Me
quedé boquiabierta cuando al llegar al hotel al final del día, el artesano me
había dejado en un sobre la pieza de artesanía que le había pedido….lo que
aprendí es a confiar más, la vida provee, el artesano me dio una lección de
generosidad, de sencillez, y sobre todo de RESPONSABILIDAD, una manera cálida y
espontánea de atender me como cliente, sin venderme ni embaucarle con palabras
maravillosas y vacías de contenido que es a lo que estamos acostumbrados por
las grandes empresas y sus activos call center, que no paran de llamarnos para
“vendernos” algo y al final nos sentimos traicionados y engañados. Falta
responsabilidad y compromiso.
¡ Si todos hiciésemos
lo que nos hemos comprometido hacer,
la Sociedad sería maravillosa!, es
decir, si todos nos RESPONSABILIZASEMOS
con nuestro trabajo, el médico ayudar a sus pacientes a vivir de manera
saludable, el maestro a ayudar a sus estudiantes a ampliar su visión de la
vida, aprender a aprender, el zapatero facilitar la comodidad de sus clientes,
el barrendero sintiendo orgullo porque las calles lucen limpias…a veces nos
olvidamos de la misión para la que estamos aquí y nos enganchamos con los
superfluo y lo banal y así perdemos energía, nos desmotivamos, nos enfriamos,
nos deshumanizamos.
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