Desde hace unos años, sigo un ritual que comparto con vosotros: cuando llega
el 31 por la tarde y ya estoy con las personas con las que voy a cerrar el año,
entre vinito y vinito (con cervecita también se puede...), comenzamos a
repartir unas hojas en blanco (dos para cada uno). Tomamos unos instantes para
estar con nosotros mismos, y reflexionar sobre lo siguiente: a qué digo
SI al nuevo año y a qué digo NO al año que comienza, dicho
con otras palabras, de qué me quiero deshacer
y qué deseo para el nuevo año. Yo lo
enfoco en cosas que dependen de mí (que me toque la lotería no depende de mí,
pero estar de mejor humor, sí depende de mí).
Hago dos listas en papeles diferentes, las doblamos. La de SI la guardamos y
la del NO la ponemos en un cenicero junto los NOES de los amigos y familiares y
cuando estén sonando las campanadas y con mucho cuidado para no atragantarnos
con las uvas, quemamos los papeles con los NOES. A partir del segundo año, ya
tienes una lista con los SIES del año anterior, (yo suelo llevar en mi cartera
para que no se me olvide y para me acompañe todo el año). Es un ritual muy
sencillo, a mí me sirve de reflexión y de revisión de lo que pedí el año
anterior...y si se ha cumplido y qué he
puesto yo para que la vida me lo dé y en qué me he puesto en contra. Ya me
contaréis qué os parece. Feliz Año!!!.
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